viernes, 11 de mayo de 2012

Resumen el Cuerpo y Simulacro


Universidad Central del Ecuador
Cuerpo y simulacro
Resumen



Gledys Riera Macias
26/04/2012



Cuerpo y simulacro
El orden de los simulacros
Para Deleuze la distinción se desplaza entre dos clases de imágenes. Las copias son poseedoras de segunda, pretendientes bien fundados, avalados por la semejanza; los simulacros son como los falsos pretendientes, construidos sobre una disimilitud, que implica una perversión y una desviación esenciales.
Se trata de asegurar el triunfo de las copias sobre los simulacros, mantenerlos encadenados al fondo, impedir que suban a la superficie y se insinúen por todas partes, si la imagen es divina con el pecado podemos convertirnos en puros simulacros, se nos priva así de la existencia moral para entrar en la existencia estética.
El simulacro, se construye constantemente sobre una disparidad, sobre una diferencia; interioriza una disimilitud. Baudrillard reconoce tres órdenes de simulacros, la falsificación, dominante de la época clásica del Renacimiento a la revolución industrial, la producción, que es el esquema dominante de la era industrial y la simulación que es el esquema dominante de la fase actual regida por el código.
La falsificación nace en el proceso de secularización de la cultura y con la pérdida de jerarquía de la clase dominante hasta ese momento. Los signos pierden el carácter restringido, ahora se es libre de utilizarlos a nuestro antojo, pues la democratización conseguida por la lucha revolucionaria da lugar a un mundo de falsificaciones donde cada uno le echa mano al baúl de la historia. Sufren de la enfermedad del estilo, pues la burguesía vuelve sus ojos al antiguo modelo estético de la aristocracia.
En el simulacro de segundo orden, el de producción, ya no se trata de la falsificación sino de la reproducción serial y maquínica dando lugar al simulacro industrial. Una nueva generación de signos y de objetos dice Baudrillard, surge con la revolución industrial, signos sin tradición de casta, que no habían conocido jamás las restricciones de estatuto y que por lo tanto no tendrán que ser falsificados, puesto, que serán producidos de una vez a escala gigantesca, la técnica es su origen. Solo la extinción de la referencia original perimite la ley genrealizada de las equivalencias, es decir, la posibilidad misma de la producción.
En la simulación o el simulacro de tercer orden ya estamos más cerca de nosotros mismos y de lo que se ha dado en llamar postmodernidad. Aquí el imaginario maquínico abandona la escena y le cede su lugar a otras metáforas distintas a la máquina, ejemplo el código genético.
La colisión de dos mundos
El primer mundo correspondería a la seriedad, a la idolatría de la imagen, un mundo lleno de sentidos, restringido a unos pocos a diferencia de las verdades del segundo mundo, que está inscrito en la superficie de las imágenes y seres, en este segundo mundo todo es inmanente y tanto el pasado como el futuro se juntan en un eterno presente el aquí y ahora de la imagen. Se crean metáforas de los procesos de enajenación y de alineación a los cuales se ve sometido el sujeto en los procesos capitalistas de la modernidad, es decir por el esquema generalizado de la vida individual y social regida por la lógica de la mercancía. El contexto de este conflicto no es aún el de la sociedad de consumo sino que es la etapa heroica de la era industrial, la producción.
Y es que en la sociedad de consumo se pone fin a todo proyecto trascendente, la era de la simulación se abre, pues, con la liquidación de todos los referentes.
Larga vida a los simulacros
En el segundo mundo ya la preocupación no se centra en los entes maquínicos sino en los simulacros del cuerpo producidos a partir de las tecnologías reproductivas y del ADN. Disimular dice Baudrillard es fingir no tener lo que se tiene, simular es fingir tener lo que no se tiene, lo uno remite a una presencia lo otro a una ausencia

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