viernes, 27 de enero de 2012

Arte Autónomo y Arte Politizado (Resumen del texto de Elena Oliveras

Universidad central del ecuador
Arte Autónomo y Arte Politizado
Resumen Cuestiones de Arte Contemporáneo

Gledys Riera Macias
19/01/2012





Arte Autónomo y Arte Politizado
La incorporación del arte en las técnicas de reproducción masiva a partir del siglo XX, dieron fuerza al mismo para ingresar en el campo político de una manera sin precedentes a lo largo de la historia, con resultados como el acceso de las masas al arte tradicional y la producción de nuevas formas de arte.
Según Benjamín, la obra de arte posee un aura, que queda como rezago de herencia religiosa y en una época de reproductibilidad técnica, este enlace aurático se ve remplazado por la función política.
De igual manera nombra al cine como ejemplo de una percepción que solo abarca un registro visual por la sucesión de imágenes, sin embargo el cine tiene la capacidad de causar un efecto de shock sobre la realidad de quién lo percibe, es en el arte reproductible no aurático donde se hace posible la conjunción de la actitud crítica y la fruitiva unidas a un conocimiento similar al de un experto en la materia.
La radio y el cine a juicio de Benjamin, modificaron la función de los gobernantes. La crisis de las democracias burguesas, cuyo escenario era el parlamento, se produce al fortalecimiento de las dictaduras; dicho fortalecimiento se apoya en la exhibición de la figura del gobernante a través de lo medios de reproducción como el cine y la radio, haciendo accesibles los discursos políticos a un número ilimitado de espectadores.
La estetización de una manifestación política logra anestesiar la recepción por parte del público, que es capaz de obtener un placer desinteresado sin tomar conciencia de que esa escena es una especie de ritual de la sociedad que anuncia un trágico porvenir de muerte, crueldad y destrucción. Las masas quedan sometidas al culto al caudillo y, para ello, el fascismo recurre a una utilización cultural de los medios técnicos consumando la estetización de la vida política.
El esteticismo político culmina en la guerra; así, en el manifiesto futurista de F.T. Marinetti se afirma que la guerra es bella, la guerra deviene en espectáculo que proporciona placer estético, constituyéndose de este modo en la culminación de l’art pour l’art, y según Benjamin este estaría representado en literatura por Stephan Mallarmé y en la plástica por el arte abstracto o no figurativo.
La absolutización de un criterio estético desinteresado culmina en la negación del interés humano primario y a la vez esencial como es el de la conservación de la vida, puesto que es posible obtener placer al contemplar la destrucción de seres humanos en las imágenes bélicas.
La concepción dialéctica del arte autónomo según Adorno consiste en reconocer que el núcleo de la obra de arte no es completamente mítico sino que es dialéctico: “entrelaza en sí mismo el momento mágico y el signo de la libertad”, así en el artículo sobre Schönberg, muestra cómo el arte autónomo se transforma así mismo y en lugar de caer en el tabú y el fetiche se orienta a la libertad constructiva, a la conciencia de lo que puede producirse.
Desde un punto de vista político, la postura de Benjamin consistiría en reconocerle al proletariado, en este caso en tanto sujeto del cine, de manera inmediata una función revolucionaria. A juicio de Adorno, la transformación sólo podría cumplirse de manera mediata a través de los intelectuales concebidos como sujetos dialécticos que interactúan con la clase o la masa. Sin embargo, según Adorno, la desaparición del aura se produce por dos causas: una reside en la reproductibilidad técnica y la otra, más fundamental, consiste en el cumplimiento de la ley formal autónoma propia del arte.
Aún cuando un espectador reaccionario lograra comprender objetivamente el significado del filme Tiempos modernos de Chaplin, según Adorno sería romántico pensar que por esta razón este espectador se convertiría en progresista. Además, Adorno duda acerca del conocimiento que puedan  tener quienes discuten sobre deporte.
En dialéctica de la ilustración se muestra cómo el nazismo y la democracia estadounidense comparten una misma estructura fundada en la perpetuación del orden jerárquico, la explotación, el control y la represión ideológica. La industria cultural se orienta a una predeterminación del consenso, y el juicio de valor acerca de sus productos está fundamentado cuantitativamente: la película con mayor número de espectadores, el libro best-seller, etc. En el ámbito del arte el juicio estético carece de un fundamento cuantitativo y admite el disenso, ya que sus productos son el resultado de la libre actividad de la imaginación, lo cual contrasta con la producción planificada de la industria cultural. Ésta ofrece bienes estandarizados cuya neutralidad garantiza la aceptación general; el arte por el contrario presenta auténticas innovaciones. Las cuales provocan actitudes de resistencia por parte del público.
Se lleva a cabo la dominación de lo visible y lo audible a través de las leyes de la circulación comercial y la comunicación democrática, sin censura alguna. Todo arte y pensamiento están permitidos pero, a la vez, sólo sobreviven incorporándose al sistema del consumo, de la comunicación y del goce. De aquí que Badiou proponga, tanto para los artistas como para los intelectuales, la actitud de autocensura, es decir que es preferible no hacer nada a contribuir a través de formas artísticas o de pensamiento a reafirmar lo que ya existe, en el ejemplo del atentado a las torres gemelas surge nuevamente el aspecto problemático de una postura que focaliza la valoración de la obra de arte ene aspectos puramente estéticos, sin tener en cuenta su contenido histórico social y ético político.

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